La situación estratégica de Alcúdia -al noreste de Mallorca y cercana a la mar- exponía la ciudad a los invasores. Por ello, el rey Jaume II preparó un sistema de protección para defender a la población local y convertir Alcúdia en un lugar seguro en caso de ataque exterior. Así, en el siglo XIV se inicia la construcción de las murallas, que no finalizará hasta finales del mismo.
Originalmente se trataba de una estructura cuadrangular reforzada con 26 torres, distribuidas a lo largo de un perímetro de 1,5 km y con una altura media de 6 metros. Esta construcción defensiva delimitaba el núcleo histórico de Alcúdia. A lo largo de los siglos, el recinto amurallado sufrió sucesivas modificaciones, algunas muy importantes, como la acontecida tras la Guerra de las Germanías (1523), cuando fue reforzado con tres baluartes: Xara, Vila Roja e Iglesia.
Debido al aumento de la población, a finales del siglo XIX se derribó parte de las murallas modernas, al tiempo que empezó a reclamarse protección para este patrimonio arquitectónico. En 1974 fueron declaradas Conjunto Histórico Artístico.
Hoy, pasear por el casco antiguo de Alcúdia, delimitado por el recinto fortificado, es un verdadero viaje al pasado. La zona está salpicada de pequeños bares y restaurantes con terraza, donde degustar la gastronomía local.